sexta-feira, 18 de março de 2011

OBAMA IGNORA " NUESTROS HERMANOS"!!!

Brasil recibe a Obama como a un héroe

Carlos Pagni
LA NACION

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Jueves 17 de marzo de 2011 | Publicado en edición impresa
Brasil recibe a Obama como a un héroe
El afiche que promociona la visita de Obama en Río de Janeiro.
Foto LA NACION

Cuando Cristina Kirchner se informe sobre las características del viaje que Barack Obama emprenderá mañana a Brasil le quedará claro por qué era imposible que la Casa Blanca la incluyera entre sus anfitriones. Obama estará también en Chile visitando a Sebastián Piñera, catapultado a la fama por el cinematográfico rescate de los mineros, y en El Salvador, donde se encontrará con Mauricio Funes, un ex guerrillero que, como aliado de Washington, es la contracara de Daniel Ortega, el sandinista que preside Nicaragua. Pero es en la espectacular etapa brasileña de la gira donde quedarán al descubierto los objetivos de Obama , y algo más importante: el relevante movimiento de piezas que se está produciendo en el tablero regional.


La recepción a Obama en Brasil tendrá características pocas veces vistas. Podría compararse con algún viaje del Papa. O, mejor aún, con la llegada de una estrella de rock. El invitado de Dilma Rousseff no pisará la muy empresarial San Pablo y permanecerá sólo el sábado en Brasilia, con una agenda de Estado. Si las cosas salen como previó su equipo, será en Río de Janeiro, el domingo, donde la peregrinación quedará justificada.

Las paredes de Río ya están empapeladas: la cara del líder demócrata se superpone, con una sonrisa gardeliana, a las siluetas del Corcovado y el Pan de Azúcar. Debajo, combinando los colores de las banderas brasileña y norteamericana, se anuncia: "Presidente Barack Obama habla al pueblo brasileño. Venga a darle la bienvenida". El mensaje tiene un final inesperado: "Entrada gratuita".

Obama le hablará a una multitud en Cinelandia, la plaza del centro histórico de la ciudad, escenario tradicional de las grandes movilizaciones cariocas. El esfuerzo de Tom Shannon -viejo conocido de los Kirchner y ahora embajador en Brasil- por garantizar a sus superiores una muchedumbre ha sido inusual. Para divulgar el acto, eligió los programas más populares de la TV brasileña. Nada de informativos ni talk shows . La convocatoria se hizo en los estridentes Domingão de Faustão, Fantástico o Domingo Espetacular, programas ómnibus que, con el tono de una bailanta, animan las tardes domingueras.

La fiesta de Obama parecerá una prolongación del carnaval. La embajada inauguró un sitio, www.obamabr.org, donde se induce a los internautas a enviar mensajes de bienvenida, escritos o filmados, al visitante. El texto más original será premiado con una iPad. El segundo, con un iPhone. El tercero se llevará una "mención honrosa", que consiste en una remera y un libro del profesor Obama. El gobierno del estado de Río colabora con los diplomáticos y hace una campaña proselitista a través de Facebook.

El presidente de los Estados Unidos, presentado como una estrella pop, repetirá el recorrido de otras celebrities: una foto bajo el Cristo Redentor y un tour por alguna favela más o menos presentable, donde le obsequiarán batucadas y exhibiciones de capoeira. De la selección del lugar se encargó el FBI: Ciudad de Dios, el caserío vecino a Barra de Tijuca que Fernando Meirelles hizo famoso en 2002, con su célebre film. Tal vez Obama, que se moverá con su mujer y sus hijas, hubiera preferido visitar Chapeu Mangueira, la favela que inspiró Orfeo Negro , la película que dejó tan impactada a su madre en 1959, según él cuenta en sus memorias. Pero la seguridad les ganó a los sentimientos.

Cuestión de imagen

La Casa Blanca pretende desligar por un momento la imagen de Obama de los sinsabores de la política doméstica -viene de perder las elecciones legislativas- e internacional -la crisis de Medio Oriente le demanda un liderazgo más categórico-. También se trata de demostrar que el antinorteamericanismo no es, como quiere el credo bolivariano, una inclinación unánime en América latina. Al contrario, un presidente de los Estados Unidos puede moverse por plazas, paseos y favelas, y atraer a muchedumbres, aun en un país con altos niveles de pobreza y gobernado por la izquierda. Claro, Brasil ofrece a Obama una ventaja: el 50% de la población es de origen africano.


Ahora se entiende mejor por qué el plan obligaba a excluir a la Argentina. Si algo no necesita Obama en estos días atribulados es que lo increpen, o que le impartan lecciones sobre el funcionamiento del mundo, experiencias a las que siempre están expuestos los interlocutores de Cristina Kirchner. La destemplada reacción del gobierno argentino ante la negativa a visitar Buenos Aires, que incluyó el disparatado incidente con el avión militar norteamericano, confirmó ese riesgo. Aunque el fervor antiimperialista de la Presidenta ya se aplacó: a través de Héctor Timerman le llegó una advertencia extraoficial de que, de continuar las agresiones, podría perder su preciada butaca en el G-20.

Histórico

La envoltura espectacular del viaje de Obama a Brasil se corresponde con la agenda que dominará las reuniones. La "histórica visita", como la llama en su página web la embajada estadounidense, es el relanzamiento de una relación bilateral que durante el segundo gobierno Lula da Silva se había enfriado. Roussef abrió el camino de este reencuentro. Antes de asumir la presidencia, aclaró que bajo su mandato suspendería el idilio de Lula con Irán, que fue un factor principal de discordia. La excusa para el giro no podía ser más correcta: como militante feminista, no puede tolerar el menosprecio del régimen iraní hacia la igualdad entre los géneros. Para que el cambio quede claro, la antigua revolucionaria que hoy conduce Brasil designó al frente de la cancillería a un ex embajador en los Estados Unidos, Antonio Patriota.

La reconciliación se sellará con dinero. Las referencias al comercio y la inversión serán incesantes durante la permanencia del presidente norteamericano en Brasil. Entre otras cosas, porque debe justificar su ausencia de Washington cuando el terremoto japonés y la rebelión arábiga tienen en vilo al mundo. Michael Froman, consejero económico de la Casa Blanca, explicó que la gira no podía ser suspendida porque forma parte de los esfuerzos de Obama por recuperar la economía de su país.

Algo de cierto hay en ese pretexto y debe ser observado desde la Argentina. Las exportaciones estadounidenses a la región, sobre todo a Brasil, crecieron 86% entre 2004 y 2009, y se duplicarán en los próximos cinco años. Un millón de norteamericanos tienen su puesto de trabajo vinculado a ese flujo. Este enfoque sería inverosímil en una visita a la señora de Kirchner: en su obsesión contra las importaciones, Guillermo Moreno se ha ensañado con las estadounidenses. Otra razón de Obama para pasar de largo.

El sesgo económico del viaje se advierte también en la comitiva del presidente. Estarán el secretario del Tesoro, Timothy Geithner; el representante de Comercio, Ron Kirk; la responsable de medio ambiente, Lisa Jackson, y el secretario de Energía, Steven Chu. Estos funcionarios piensan -y así lo han dicho- que el Mundial de fútbol, en 2014, y los Juegos Olímpicos, en 2016, serán una gran oportunidad para las empresas norteamericanas. Un mes atrás, el economista Alfonso Prat-Gay apeló a ese dato para descartar una incógnita inquietante en la Argentina: "El real no se devaluará por la avalancha de dólares que va a recibir Brasil por su calendario deportivo".

Pero Dilma, vieja guerrillera, quiere ir más allá del comercio. Con Obama hablará, también, de armas. Al llegar al poder, postergó la licitación para el reequipamiento de la fuerza aérea, un negocio de 8000 millones de dólares. Lula prefería a la francesa Dassault. ¿Se refería a esta transacción Timerman cuando, despechado, explicó que Obama no vendría porque nos resistimos a la carrera armamentista? Es posible. De todos modos, con el caso del dichoso avión quedó más claro: cuando Timerman quiere tecnología militar norteamericana no la compra. Agarra el alicate y se la queda.

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